Es muy probable que nuestra grandiosa Nación, independientemente de ser, sin duda alguna, una de las más bellas del mundo, contando con todo tipo de recursos, culturales, naturales, históricos, arqueológicos, gastronómicos, coloridos, alegría, magia, música, aportaciones tremendas a la humanidad, población joven, tratados de libre comercio, y tantas cosas más, jamás haya vivido sin crisis económica. Los empleados, emprendedores de buena lid, o comerciantes, en su propia tierra, tienen que aceptar, primero que nada, la precaria situación económica en la que siempre hemos vivido. Para decirlo en una figura retórica, "la piñata contiene 20 dulces para una fiesta donde hay 100 niños", obvio, 80 quedaran fuera y frustrados, por lo menos en lo que toca a dicho rubro.
Malos cimientos...Malos edificios
Desde que tenemos uso de razón, la simbiosis nefasta y eterna entre gobierno, sus servidores públicos, los oligarcas con sus concesiones y los agentes corruptores, han provocado que la mayoría del mercado laboral (población económicamente activa), quede decepcionada, o en su caso, acepte un nivel de vida bajo y muy complejo, inclusive, aprenda a normalizar dicho entorno en donde resulta muy difícil llevar frijoles a la mesa.
Podemos hacer una aproximación y concluir que nuestro modelo, desde que se estructuró, hace más de 500 años, nos ha quedado a deber.
Resentimiento social y rompimiento de tejidos
Es evidente que lo anterior provoca daños colaterales de alto impacto, notamos claramente un resentimiento social, delincuencia excesiva, extorsiones, narcotráfico, agresividad severa en las calles, familias rotas, exceso de madres solteras, hijos desatendidos, muchos ven en en la delincuencia el único camino de sobrevivencia. Ahora resulta que además de estar jodidos laboralmente, estamos expuestos a una inseguridad física extrema y sin visos de solución.
Liberación de presión
Ante tales circunstancias, que por supuesto, están lejos de presumirse, hemos ilegalmente exportado a los Estados Unidos alrededor de 30 millones de mexicanos, un país entero. Dichos mexicanos no tienen las herramientas para ocupar puestos directivos en dicho país, más bien sustituyen lo que los americanos desde hace años han dejado de hacer, la mano de obra en casi todos los sectores de tan poderosa economía. Dicho suceso permite que nuestros compatriotas manden a sus familias millones y millones de dólares para poder vivir. Quiérase o no, lo anterior es un paliativo para el gobierno mexicano, que inclusive, en ocasiones, lo presume como un logro nacional. Otro camino se establece a través de la informalidad, que permite a esa población sobrevivir (bien por ellos), pero que no paga impuestos, ni contribuciones, vende mercancía robada, piratería; generando con ello un país con una recaudación precaria y daños al pobre sector formal (competencia desleal), situación que lo deja sin elementos para generar buenos servicios públicos e infraestructura para su correcto funcionamiento.
Y para no hacer interminable la tragedia, podemos adicionar que las escuelas y Universidades están divorciadas del sector productivo, que los salarios del mercado formal, en su mayoría, son infames, nuestros servicios de salud pública dejan mucho que desear y los privados resultan estratosféricamente caros, y obvio, no se pueden pagar.
Seguramente hay mucho trabajo por hacer para salir de tan profundo agujero, seguro que tenemos soluciones, la pregunta es ¿cómo empezar? ¿Por donde? ¿Que sacrificios debemos asumir?
Conclusión
La tenemos muy difícil pero no imposible.