El líder predica con el ejemplo, tiene que ser coherente entre lo que predica y su conducta, es vital que la gente le crea y le otorgue su confianza. Debe ser capaz de mantener el equilibrio en las épocas buenas y las épocas malas. Sabe claramente que la formación es más completa en los tiempos de adversidad. El líder debe ser veraz, solvente, leal y respetuoso. Debe dejar claro que el éxito, entre otras cosas, está en caer y levantar.
Un buen líder requiere implementar herramientas de comunicación abierta para sumar los conocimientos de todos los colaboradores y de esa manera maximizar los resultados, esto produce un círculo virtuoso en el que todos ganan. Mejores liderazgos permitirán alcanzar mayores beneficios, sumar cada vez mejores decisiones y obtener de esa manera ganancias de capital. Tener conciencia que el líder es un ser humano, por lo tanto, se equivoca, sin embargo, es capaz de corregir, de obtener buenas ideas, buenos conceptos y lograr soluciones impensables.
Es vital dejar claro que este esquema no le debe por ningún motivo restar autoridad, en ocasiones, resulta necesario imponer el orden y enderezar los caminos de los colaboradores, por el simple hecho del factor humano.
En un equipo de trabajo resulta estructural que todos los que integran, empujen en el mismo sentido y en la misma dirección.
La gestión autoritaria del jefe es obsoleta para alcanzar el alto desempeño. Ahora se trata de motivar a los colaboradores sin imponer necesariamente sus ideas. Un buen liderazgo conduce a un buen clima laboral y necesariamente aumenta la productividad, la lealtad, y reduce, por supuesto, la rotación del personal. Un liderazgo moderno, facilita la delegación de tareas, minimiza los márgenes de error, y permite con mayor posibilidad alcanzar resultados increíbles.