Es indudable que el camino de hacer empresa está lleno de obstáculos. Existe un error en el pensamiento colectivo sobre la vida del empresario; los colaboradores piensan en el empresario(a) como una persona que solo se dedica a disfrutar de la riqueza. En realidad lo que sucede es al revés, una vez que los empleados terminan su jornada y se van a casa, el empresario empieza a meter la sobremarcha para que el barco no se hunda, las jornadas se tornan de 16 horas, los sábados con frecuencia pasan a ser un día de trabajo adicional. Finalmente, hay que obtener las metas y los objetivos trazados a cualquier costo. Hay que responderle a todos los stakeholders que conforman el sistema de dicha organización. Es muy importante tomar en cuenta que el empresario es el último en ver el dinero en la mesa, lo anteceden sueldos, proveedores, préstamos e impuestos.
Hay que hacer camino al andar, el empresario(a) tiene que ir fortaleciendo a través de los errores o las malas decisiones su sistema de soporte emocional. La resiliencia es el camino que se da con la aceptación de los acontecimientos que se van viviendo día con día. El arte del empresario es satisfacer al cliente y generar empleo, lo anterior como consecuencia del primer paso. Esto requiere de encontrar nichos, de desarrollar modelos de negocio exitosos y de liderar al equipo de trabajo.
Sigue vigente el proceso administrativo: debemos planear, se traduce en el arte de pensar antes de actuar; debemos organizar, esto consiste en asignarle a cada quién sus tareas y campos de acción; debemos dirigir, es decir, pasar a la acción, ejecutar lo planeado; y finalmente debemos controlar, esto significa determinar la desviación de lo planeado contra lo ejecutado, y corregirlo lo más pronto posible, de otra manera, podemos naufragar.
Integrar equipos de trabajo de alto desempeño es una función vital en el éxito de la organización. Debemos ir todos en la misma dirección, aquí la capacitación y el desarrollo juegan un papel importante, lo mismo impacta el buen clima laboral y la confianza en el equipo de trabajo. Hay dos principios que nunca debemos olvidar; el primero, la autoridad se delega, la responsabilidad se comparte; el segundo, todos los colaboradores siguen las directrices de la empresa, esta nunca la de los trabajadores.
